Pero sobre todo tiene el Ávila: la montaña que cobija esta ciudad como diciéndole constantemente que a pesar de lo que suceda por aquí abajo, todo va a estar bien.
Hoy conocí uno de losmuchos refugios que le ofrece el Ávila a Caracas: el Parque Los Chorros.
No sabía que existía semejante rinconcito natural sino hasta hace algunos días.
-espero me sea perdonado por no haber crecido en esta capital y destáquese que quedé extasiada-
Caminar es un agrado, respirar un alivio, observar un placer.
Disfruté estar allí permitiendo que vientos y sonidos me invadieran en pro de alejar los ruidos y el hastío cotidianos. Aproveché de llevarme a Catrina -mi poco comprendida reflex- y dejé que mis ojos buscaran una vez más esas formas y composiciones que vienen a mí cuando me permito introducirme en el papel de fotógrafa amateur por el simple placer de disfrutarlo.
Sentí las heladas aguas del río hasta mis rodillas conversando con ellas y su energía para que obraran a favor de mis tobillos y el osTRIgoNUM. Me dejé seducir por una de las cascadas y por un tiempo, que no me molesté en medir, lo único que escuché fue su sonido constante de vértigo. "Es TRANSMUTATIVO!" dijo A, cuando ya ambas salíamos de nuestros propios trances, pues era hora de partir. Ella no supo por qué le salió la palabra, pero como si algo se lo dijo, eso mismo es: transmutativo. ....y sin salir de la ciudad.
Una vez más, Caracas me da una razón para defenderla.
paz.-