22 marzo, 2010

Por sus 35, de ellos dos

Hace unos días, vi el cortometraje titulado "Dime que yo" de Manuel Gil. Me gustó, me pareció real, con una pizca de crudeza y una dosis de romanticismo, y me dejó pensando si es que amar a alguien (y en este caso me refiero sólo al amor de pareja) no tiene nada que ver con “dar y recibir” o “dar sin esperar recibir”, sino que mas bien se trata de amplificar el amor propio a través de la otra persona.
Si se trata de no esperar nada a cambio, aquello no debe durar mucho tiempo. Si se trata de dar y recibir a partes iguales no debe ser amor lo que parece ser condicionado. Si se trata de amarME a través de la otra persona, ¿es realmente amor?
Podría hacerme las mil preguntas para recibir aun más respuestas que generen otro aumento en número de preguntas y seguramente todavía no lo entendería.
El amor, entonces, no debe ser para entenderlo, sino para sentirlo.
Y de hecho lo compruebo: mis padres cumplen 35 años de casados.
Defiendo el hecho que casarse no es lo mismo que amarse, incluso se que hay gente que no se casa “por amor”.
Creo (mis conclusiones, ya que no lo he vivido) que casarse es un gran contrato lleno de mini contratos diarios para compartir la vida con una pareja, pero cómo abundan las que dejaron de hacer contratos por el hastío o porque, simplemente, se acabó el amor.
Son pocos, pero al contrario de lo que muchos creerían, todavía existen los hombres y mujeres que después de muchos años de matrimonio aún mantienen las ganas de seguir compartiendo, viviendo y aprendiendo con su esposo o esposa.
Mis padres son un ejemplo, y mientras celebrábamos tal episodio de sus vidas no pude evitar sentirme orgullosa de que ese par se mantenga, increíblemente, como dos recién enamorados.
Una amiga me insistía que eso ya no existe hoy día y es verdad: los divorcios, las separaciones, las soledades disfrazadas, el miedo al compromiso están a la orden del día. Por ello culpemos al calentamiento global, a la crisis económica mundial o a la era de la información, no obstante, de alguna manera todos terminamos buscando (algunos encontrando) aquella media naranja o medio tomate o medio melón que nos despierte las ganas de sentir el fulano destello de lo que le dicen amor.

Se me antoja ilustrar con este video del pas de deux del balcón de Romeo y Julieta de Kenneth Mc Millan, maravillosamente interpretado por la Rojo de España y el Acosta de Cuba.

17 marzo, 2010

Aprendiendo. Journal post-operatorio V - día 28

Si los cuento van 28, pero hoy es 17 asi que cuento un mes.
Un mes. Lo repito y no me lo creo.
(tiempo éste que pasa "volando")
Un poco contradictorio, considerando la cantidad de gotitas de paciencia que me he tenido que tomar, las únicas dos veces que se me agotó y no conseguía el frasquito, las mañanas y tardes que se me fueron leyendo, escribiendo tejiendo y descubriendo quien sabe cuantas cosas en internet.
La fisiatra me recomendó que considerara este tiempo como "vacaciones", pero de verdad que sin paseos, frío, playa o vino, estas no son vacaciones!
Sin embargo de todo hay que aprender en la vida y aunque todavía no quería contabilizar lo que "he aprendido" con la cirugía, el reposo y la rehabilitación me ha provocado dejar algo, para recordar más adelante, cuando este presente que relato sea un pasado que existió para poder ser mejor persona, mejor bailarina, mejor mujer.

1- ¿Cómo explicar lo de absorber la paciencia? Sólo podría decir "ten paciencia", porque no se cómo es que la he abordado yo misma. O si, pensando que todo tiene su justo momento (y cada vez estoy más convencida de eso) hago lo que en ese momento esté a mi alcance y me provoque, y no lo que HAY que hacer porque no hay tiempo de más nada. Denominador común.
2- La rutina es necesaria, no una estricta porque no la soportaría por mucho tiempo, pero un orden de vida mantiene la mente dentro de un espacio organizado y por lo tanto, tranquilo. Así cualquier alteración puede ajustarse a dicha rutina, o viceversa.
3- Tantas horas, días y años en la danza me han permitido estar realmente consciente de mi cuerpo. Lo noto en las terapias: las personas normalmente no atienden ni entienden los movimientos que deben hacer, sin embargo, me llama la atención que nosotros los que danzamos, los que trabajamos con el cuerpo, estamos en un gremio donde abundan los fumadores, bebedores, los desórdenes alimenticios y los escasos tiempo de descanso.
4- Querer sí es poder. Cada día me sorprendo de lo que he avanzado. Sí lo esperaba pero no tan pronto, y pues pronto es. El peligro de esta fase es que me encuentro en el punto preciso donde creo que ya estoy tan bien que puedo lanzarme y algo pueda fallar. Pero ....
5- Soy inteligente. Ahora escucho mejor lo que mis tobillos me dicen, así que no me dejaré engañar por el diablillo que se me posa sobre el hombro derecho (sí, el derecho, porque el izquierdo es el lado des-ostrigonado)
6- Muy bonito todo esto pero no me engaño, definitivamente sí extraño mis puntas, mis tendus, mis saut de chats, mis variaciones, mi pelear con el espejo, mi afanarme por las piruetas y los fouettés, el piano, la sala, la música...

Lo extraño. Lo necesito. De verdad.

(y cuánto más)

15 marzo, 2010

En terapia. Journal post-operatorio IV - día 26

Luego de cinco camino perfectamente.
Cualquiera que viera mi andar en la calle no creería que hace 26 días mi tobillo fue abordado posterolateralmente para la extracción de un os trígono. En términos más cristianos, quiere decir que fue cortado, abierto y hurgado para sacar de allí un huesito cuya forma es algo parecido a un diente de ajo, pero de esos ajos grandes, blancos y suculentos que pocas veces se consiguen en el super.
Llegué el primer día con todo el entusiasmo de dar otro de tantos pasos hacia mi recuperación, y en sólo cinco sesiones, cuánto más he aprendido de aquel extremo de mi, tan querido y odiado a la vez el último año.
-Ya no más, que quede claro, no te odio-
Antes que empieces, quiero que sepas que este no es cualquier tobillo, este es el de una bailarina que bailará de nuevo y mejor que antes, así que confío en tus manos. Y en sus manos confié y lo sigo haciendo, ya que fiel creyente de que “nada sucede, ni nadie llega por casualidad”, ella está conmigo para ayudarme.
Esto también lo debí haber soñado.
Hasta ahora, faltan cinco.
Los demi pliés se me complican bastante pues involucran el elongamiento de los peroneos que están muy contraídos debido a la cirugía, pero lo que realmente me inquieta es que ya mañana iniciaré los relevés.
-él no está inquieto, aun no lo sabe; yo si, ya hablaré con él-
Así pues, mañana nos entenderemos él y yo con nuestro nuevo relevé.
Le gustará, estoy segura que sí.


paz.

12 marzo, 2010

requiero permiso

Déjame contarte las estrellas que descubrí con un aire seco y calmo de un espacio sombrío.
Déjame verter los colores que he plasmado sin sombras en la lona que empecé una mañana gris.
Déjame mostrarte la música que vibra mi vientre en las noches cuando aturden los silencios.
Déjame susurrarte los pálpitos indómitos de agujeros vespertinos frente a la montaña.
Déjame mancharte con el beso que no podré darte entre humo de alcobas y calles gélidas sin nombres.
Déjame esbozarte las palabras creadas para ser dichas.
Déjame confesarte las que fueron hechas para ser oprimidas.
Déjame hilvanarte una red de incertidumbres y desganos, déjame despojarte de su verdad.
Déjame vislumbrar el espacio en el que me puedas calar tu inapetente destino.
Déjame presentirte y ocultarte.
Déjame hurgarte en los pliegues de tu armadura de cerato.
Déjame respirar tu cendal hipócrita con media copa de vino tinto.
Déjate hallarte.
Déjame ser.

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05 marzo, 2010

¿Qué es arte?

Recientemente vi de nuevo una película que me gusta mucho: Mona Lisa Smile. Ambientada en la década de los 50, desarrolla las situaciones en las que se involucra una profesora de arte muy liberal para la época, quien decide enseñar en una escuela para señoritas en la cual los estereotipos y la moralidad rige una generación que estudia sólo para aparentar un estatus que luego será sustituido por ser la “señora” de alguien. En su primera clase Ms. Watson, muestra la pintura “Cadáver” de Soutine (1925) a un grupo de jóvenes acostumbradas a estudiar Degas y Renoir. Ellas no entienden, buscan en sus libros inútilmente y se genera una discusión en la que surge la interrogante: ¿qué es arte? Esta permanece en sus mentes a lo largo de la película. Y en la mía.
No es primera vez que me hago esta pregunta, además que es fácil reconocerlo a través de los clásicos ya sea en las artes plásticas o escenográficas. Pero muchas veces me lleno de indignación de observar como algunas cosas pueden ser llamadas arte.
No soy netamente clasicista ni estoy en contra de todas las expresiones artísticas que puedan ofrecer las nuevas generaciones, pero creo en la sublimación del arte, en su superioridad y en la diferenciación que debe existir con otros tipos de creaciones.
Estuve en el museo de arte contemporáneo Centro Georges Pompidou de París, y mientras recorría sus amplios pasillos me he deleitado con un sin número de obras consideradas hoy día obras maestras del siglo XX. Sin embargo, me topé con algunas “obras” que se acumulan en el espacio de la indignación que comentaba hace dos párrafos.
Un cuadro azul. Bueno, no cualquier azul, era un azul grisáceo o más bien azul marino grisáceo; y tampoco era cualquier cuadro, pues sus orillas tendían ligeramente a la concavidad, así que tampoco era un cuadrado exactamente. ¿Es esto una broma? ¿Es esto arte? Lo veo. Me repito las mismas preguntas unas trece veces más y continúo.
Unos quince metros más adelante del mismo pasillo, otra “expresión artística”: en el piso el tronco de algún árbol cortado longitudinalmente y (creo) barnizado… Me quedé viéndolo, juro que traté de abrir mi mente y aportar nuevas visiones a mi limitado criterio, pero no pude, para mí eso era un árbol muerto.
Me ha pasado cuando asisto a espectáculos de danza contemporánea, en los que debo comprender y apreciar la obra objetivamente sin el juicio filtrado por los ojos de una intérprete y defensora de la danza clásica. No obstante, no me hace falta un significativo esfuerzo y creo saber reconocer lo que se hace bien y lo que se hace mal, o lo que nada dice.
Recuerdo el solo de una chica que caminaba de un lado a otro con el marco de un cuadro y en cada nueva posición se paraba sobre el mismo, sin hacer nada. Luego tres otras –demasiado vanguardista para mi gusto, si de eso se trata- cuya propuesta escénica era un impro con agua, se mojaban, saltaban, se arrastraban en el piso –incluso una tomaba ron antes de su interpretación- pero nunca vi que bailaban.
¿Qué me quieren decir? ¿Es esto danza?
Yo no soy quien para determinar qué es arte -o qué es danza- y qué no lo es y sé que si lo dijera seguramente no importará mucho. No obstante considero al arte ser un indicador tangible de la emoción humana, pero debe tener un modo de ser dicho, expresado y transmitido.
Actualmente, no tienen que haber cánones estrictos que encasillen una intención, ni limitar las vías expresivas, ni manejar un espacio estético predeterminado (aquí entraría la discusión sobre qué es la estética) pero si el arte es lo que ha sido desde que la humanidad existe, y no todo el mundo es considerado artista, ¿por qué habría de ser arte un plano cuadro azul o una mujer sentada dentro de una tina de agua?
Así como me cautiva Monet y Rembrandt, me siento fascinada por Picasso y Dalí, y admiro a Didier (un artista plástico amigo). Así como escucho placenteramente a Chopin y Rachmaninoff, disfruto de The Doors y la Joplin. Y así como vivo por El Lago de los Cisnes y Giselle, me interesa muchísimo el trabajo de Mats Ek y de Wayne Mc Gregor.
No pretendo responder el título de este artículo pues aun sigo explorando para comprender esto que los humanos llamamos arte, y aunque disfruto intentándolo, seguramente no le hallaré respuesta debido a su naturaleza subjetiva.
Aclaro esto. Reconozco y defiendo el discurso que así como la belleza, el arte también está en los ojos de quien lo mire. Esto lo valoro, aunque el criterio de algunos ojos yo no lo comprenda.
Ilustro enlanzando un video de una parte de Infra, coreografía de Wayne McGregor, interpretado por bailarines del Royal Ballet de Londres. Es una pieza abstracta y me parece limpia, excitante y bella, me arriesgo a decir que es como un Soto de la danza. Respetando al Maestro.

“No soy partidario de ninguna escuela, porque soy partidario de la verdad humana, que excluye todo grupo y todo sistema. La palabra “arte” no me gusta; contiene no sé que ideas de disposiciones necesarias, de ideal absoluto. Hacer arte. ¿No es acaso hacer algo que está fuera del hombre y de la naturaleza? Lo que yo quiero es que se haga vida; quiero que el artista sea algo vivo, que cree de nuevo, fuera de todas las escuelas, según sus propios ojos y su propio temperamento. Lo que busco ante todo en un cuadro es un hombre y no un cuadro”
- Émile Zola (1866)

02 marzo, 2010

Miedos. Journal post-operatorio III - día 14

Cuando él me dijo "párate sobre ambos pies", sólo respiré profundo y poco a poco lo hice.
Luego me sorprendió con un "ahora da un paso, camina hacia mi".
En ese momento lo miré fijamente, y sin darme cuenta empecé a verme hacia adentro. A veces quisiera lograr esa interiorización tan rápidamente como en aquel instante, que habrá durado no más de un segundo.
Pensé en el hueso que ya no estaba porque nunca debió haber estado, ¿o si? -me pregunté una vez más- deseando saber -de nuevo- por qué era yo la que estaba pasando por esto y no otra persona. Pensé en cómo habría resultado la cirugía y en si ese tobillo, que hacía ocho días recibía una sutura, hoy estaba listo para recibir el peso de mi cuerpo. Pensé por qué se me ocurrió haber tomado esta decisión y recordé de nuevo todas las veces que no pude ensayar, o que lloré de rabia, o que no dormía porque el fulano huesito molestaba, entonces de nuevo ratifiqué que estaba bien. Y ¿por qué yo?, una vez más. Sentí que se me acercaba la inseguridad y la retiraba -lo lamento, ya no eres bienvenida- y luego fue como si todos los miedos se me atosigaron como al final de un embudo y se escurrian desde mi mente hacia mi tobillo y no podía mover un músculo.
En aquel parvo espacio, no podía estar más segura y confiada, y sin embargo sentí miedo.
Miedo que me cuestionaba, miedo que me inmovilizaba, miedo heterogéneo, miedo absurdo.
Miedo. Y pensé en las personas que pasan por estados de inmovilidad casi absoluta y luego de meses logran levantarse y se enfrentan al reto de dar ese paso.
Miedo. Quizá al dolor, o al fracaso, a haber fallado en esta determinación.
Y me di cuenta del valor que se necesita para vencer este impenetrable miedo para dar ese paso que te dice: adelante, tú puedes.
Volví, lo miré a él y le pregunté: "¿hay alguna manera que me haga daño con este paso?" y su absoluto, rotundo e indiscutible NO, me regresó a mi interior y mandé al carajo todos los miedos en un sólo saco -como mismo se aparecieron-, respiré, me sonreí a mi misma, apoyé mi pie y di ese paso.
Esa vez, la recordé hoy porque volví a tomar valor y di un paso... sin muletas.
Volví a sonreirme y, una vez más, mandé cualquier miedo y duda al carajo.