Hoy me decidí a escribirte esta carta, en vista de tu exhaustiva búsqueda y evidente éxito por no decir nada. Hurgué entre hojas secas y olas de mar para hallar el valor de mis palabras pero no me di cuenta que era en el viento que tu eco yo intentaba alcanzar. Claro está, nunca lo conseguí. Me inventé sorpresas y andanzas, me escapé al firmamento estrellado y sin luna unas doce veces, o quizás más, o menos.
Pero sencillamente nos engañamos con silencios.
Creí en tu mirada y en tus palabras dispuestas a ser dichas. Creí en tu piel, era suficiente. Esperé tu renovado aliento, tu verbo enriquecido, tus actos valorados. Me di tiempo, y no me arrepiento.
Porque anduve en el terreno -hasta ahora poco conocido por mi- de las nostalgias sempiternas y el gozo efímero.
Ya ves que me cuesta escribirte como lo hacía antes. Si es que lo recuerdas. Ya no encuentro ni entre las flores de mi balcón lo que construimos en aquel vano idilio, que pudo haber sido o ser o intentar haber o sigue enumerando tiempos gramaticales.
Nunca fue ni es ni será decepción, y mucho menos reclamo, simplemente te escribo porque es mi propio recordatorio de los sondeos de tu aura, o al menos de tu pensamiento.
Aun tengo miedo de decirte que te pinto entre rostros y montañas. Que te olvido con humo y cacao, y justo cuando te olvido es cuando más te recuerdo.
Que te pido que apartes los mutismos, que relegues tus reservas, que te atrevas.
No trates con desdén el arco porque tu cello sonará distinto y nunca como quieres.
Esta carta queda inconclusa, a ver si te animas a terminarla.
Yo no puedo.
paz.-
2 comentarios:
ufff Berna... identificación total, son ellos quienes deben terminar esas cartas.
un amigo me dijo: "la mujer es la de la decisión, los hombres siempre nos hacemos los idiotas para provocar en uds la decepción y no tomarnos la tarea de enfrentarnos, por eso no esperes que él enfrente nada, es más no esperas nada de él"
algo muy triste pero cierto.
ah, es que no hay que esperar nada?
no, no hay que esperar nada.
un abrazo vcellista!
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