Pasé de nuevo porque se que lo necesitabas y aquí te ofrezco mi caricia en pro de evitarte más nostalgias, aunque se que no ayudo y hago exactamente lo contrario. No quiero hacerte sentir mal, pues lo he notado últimamente.
Antes no era así.
Recuerdo las montañas, la Torre, el mar, los aires que anduvimos y tú disfrutabas tanto de mi compañía. Incluso mientras buscabas compartir con y en otro ser, algo te decía que preferías sentirlo conmigo. Y así nos enajenamos en ambos nuestros mundos que se convirtieron en uno.
Lo disfrutabas, pero a pesar que quieras engañarme, ya no.
Cada día noto que me buscas con ansiedad pero parece más costumbre que deseo de conocer nuevos espacios y renovar ideas. Me percato del desgaste que ahora ocasiono en ti. Justo cuando trato de apartarme, empiezas a notar el cambio, te agrada, te dejas ir, hasta que lo controlas de nuevo y me succionas como si yo no debiera ir a sanar otro corazón que intenta latir de un modo nuevo. No te acostumbres a mi porque hago daño y no es lo que aspiro. Existo en ti para vivirnos y aprendernos mutuamente. Tú lo sabes, ya no me necesitas, déjame ir, estarás bien por tu cuenta y también lo disfrutarás. No te preocupes, seguramente nos volveremos a ver y notarás cuánto más gratificante y pleno es retornar, no por costumbre sino por deseo sincero.
Siempre en ti y tuya, Soledad.
3 comentarios:
Oh danzarina... me dejaste sin aliento :) Me encantó!
y yo lloro, porque personalizo.
Ay querida, Berna: qué estremecedor. Me quedé sin palabras, quizá porque también me vi reflejada. Uno quiera que nos deje ir, pero la canija soledad se encariña con nosotros.
Un beso
Publicar un comentario