15 diciembre, 2010

Clarita, la mía.

Hace unos días, precisamente en la víspera de la primera función de Cascanueces de este 2010, soñé con él. Nunca lo conocí, ni le dije cuánto lo admiraba, pero sabía quien era y en los últimos años me he nutrido más de conocer su modo de ser con sus bailarines, con sus creaciones.
Soñé con él y su mensaje fue claro: No quiero más excusas, tu tobillo está bien. Dame más, es lo que quiero.
No pudo ser más oportuno su mensaje justo antes de iniciar la temporada número 15 del Casca. Una temporada llena de sucesos inesperados pero que a pesar de todo ello, ha logrado juntar una energía tan hermosa que parece no importar más nada, sino la historia de Clara, el Cascanueces y Tchaikovsky.

Una vez más y por tercera vez, soy Clara.
Ese personaje con el que me divierto tanto convirtiéndome en una niña para jugar con la vida, sus tiempos y contratiempos, llorar con la música y sonreír en un vorágine de emociones.
Este año la he sentido más mía, no es Berna creando un personaje en un ballet, es Clara y se me mete en la piel, y no me doy cuenta sino cuando le pido al director de orquesta que suba al escenario, y mientras él y sus músicos reciben sus aplausos, yo le agradezco haber dirigido ese pedacito de sueño, de logro, de alegría.

Diez meses han pasado ya desde la operación y todo su proceso. Y pensé que debía un último Journal post-operatorio explicando lo bien que me iba con mi tobillo. Pero tan bien estuve, estoy y estaré que había olvidado el drama creado por mi y simplemente decidí bailar.
Porque por eso lo hice, estoy donde estoy, y seguiré disfrutando todas las danzas que deba bailar y los personajes que deba crear. Pues, insisto, es lo único que no me quita nadie!

Hoy vuelvo a danzar la Clarita.
A ver que me susurra la muchachita hoy.

paz.-

1 comentario:

marichuy dijo...

Berna querida

En alguno de tus entregas del Journal postoperatorio te decía que por más que yo admirara y amara el ballet, en tanto no bailarina sería incapaz de poder sentir en la piel esa sensación de vacío que debe acarrear el no poder bailar. Bajo esa perspectiva, no sabes el gusto que me dio el día que dejaste ese comentario en mi blog diciendo que habías vuelto al ballet y estabas en el Cascanueces. En verdad. Ahora que te leo sobre tu empatía con Clara recordé la última vez que fui con mi familia al Ballet, era una función un tanto pretenciosa, con el Ballet Kyrov, y el público más pendiente de la pose que de conectarse con lo que sucedía en el escenario, pero aún así, mientras veía a los rusos danzar pude revivir aquella primera vez que vi una representación de esa clásica danza invernal, en mi niñez y con un ballet modesto, la emoción que ello me produjo. Leyéndote pues, he vuelto a ese momento de mis diez años en la escuela primaria. Gracias por eso.

Te deseo una feliz temporada del Cascanueces 2010, y luego muchas otras más… ¿una Odette, tal vez?

Un besote