Invitaste a la locura sin permiso, mas bien la llamaste.
Entonces la escuché en esas notas ya conocidas.
Charlamos y coqueteó.
Pícara locura.
Observó la humedad de mis ojos, el reflejo de mi cabello, los pliegues de mi piel.
Sentí su aliento en mis poros mientras cuestionaba su presencia.
Yo suspiraba.
Bendita locura.
Hurgando entre el cuello y mi espalda la dejé conquistar mi mente, donde poderosa -siempre- se instala a favor.
De nuevo ella danzando.
Queriendo ser y estar, entrar y salir.
Y yo sonreía, le agradecía y le pedía que no se alejara.
Necesaria locura.
Entre la danza y la luz, la locura.
La que reina en las pasiones, la que arriesga sin temor, la que estampa distinción.
Tu locura.
Mi locura.
Que sea siempre ella la que ensamble estos mundos andados.
¿y por qué no?
27 marzo, 2012
15 marzo, 2012
¡Que se escuche la danza!
Si algo más me gusta de lo que yo hago, es lo que hacen mis colegas.
Ver el trabajo de quienes también danzan, no porque eso les pague las cuentas -que no es mucho- sino porque simplemente es lo que aman hacer y por eso viven.
Crear, interpretar, danzar.
En poquísimas palabras, de eso se trata esta profesión, muchas veces ingrata, pero todo el tiempo gratificante.
El problema es que pocas veces se da a conocer el trabajo real que va detrás de todos los procesos de montaje y creación que convergen en una función que entre luces, tablas y música, espera aplausos.
Escribo porque me nace, y porque a ratos se me antoja decirle al mundo que los que hablamos a través del cuerpo, también tenemos una voz capaz de expresar en palabras nuestra labor. Una voz potente, una voz -lamentablemente- con un leve alcance.
Por eso, y porque creo en que nada es por casualidad, vinieron a mi dos personas extraordinarias con similares inquietudes, con cuerpos benditos en movimiento, ojos vivaces y atentos, y un poder de palabra que genera atención, discusión y convencimiento.
Además, son mujeres.
Como para convencerme cada día más, lo maravilloso que es compartir con mi género.
Entre inquietudes, quejas y sobre todo amor por la danza, nació Danzavoces.
Un espacio que apenas empieza, con temor y muchas dudas, pero con unas ganas inmensas de "darle voz a la danza". De apoyar nuestro trabajo y el de tantos bailarines que desean no sólo hacer, sino ser y crecer.
Yo empecé en esto, porque a los cuatro años mi mamá me metió en ballet, como a muchas otras niñitas -porque siempre estaba bailando en mi casa, incluso en la misa- y cuánto se lo agradezco. El camino que sigo bailando simplemente me apasiona y me hace ser lo que soy.
Ahora con Danzavoces deseo que la danza se mantenga presente y cumpla la misión para lo que fue hecha por la misma naturaleza: nutrir el espíritu.
Sígannos en @danzavoces y www.danzavoces.com
¡Queremos que se escuche la danza!
p.d.: Por ahora, la página web principal no está pública, mientras tanto manejamos este perfil en tumblr. Con seguridad les haré saber cuando Danzavoces.com esté lista.
Ver el trabajo de quienes también danzan, no porque eso les pague las cuentas -que no es mucho- sino porque simplemente es lo que aman hacer y por eso viven.
Crear, interpretar, danzar.
En poquísimas palabras, de eso se trata esta profesión, muchas veces ingrata, pero todo el tiempo gratificante.
El problema es que pocas veces se da a conocer el trabajo real que va detrás de todos los procesos de montaje y creación que convergen en una función que entre luces, tablas y música, espera aplausos.
Escribo porque me nace, y porque a ratos se me antoja decirle al mundo que los que hablamos a través del cuerpo, también tenemos una voz capaz de expresar en palabras nuestra labor. Una voz potente, una voz -lamentablemente- con un leve alcance.
Por eso, y porque creo en que nada es por casualidad, vinieron a mi dos personas extraordinarias con similares inquietudes, con cuerpos benditos en movimiento, ojos vivaces y atentos, y un poder de palabra que genera atención, discusión y convencimiento.
Además, son mujeres.
Como para convencerme cada día más, lo maravilloso que es compartir con mi género.
Entre inquietudes, quejas y sobre todo amor por la danza, nació Danzavoces.
Un espacio que apenas empieza, con temor y muchas dudas, pero con unas ganas inmensas de "darle voz a la danza". De apoyar nuestro trabajo y el de tantos bailarines que desean no sólo hacer, sino ser y crecer.
Yo empecé en esto, porque a los cuatro años mi mamá me metió en ballet, como a muchas otras niñitas -porque siempre estaba bailando en mi casa, incluso en la misa- y cuánto se lo agradezco. El camino que sigo bailando simplemente me apasiona y me hace ser lo que soy.
Ahora con Danzavoces deseo que la danza se mantenga presente y cumpla la misión para lo que fue hecha por la misma naturaleza: nutrir el espíritu.
Sígannos en @danzavoces y www.danzavoces.com
¡Queremos que se escuche la danza!
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