17 mayo, 2014

Estamos hechos de historias


¿Qué hace a una vida una historia interesante para ser contada?  Me enseñaron en primaria que como seres vivos tenemos tres funciones básicas: nacer, reproducirnos, morir. Creciendo fui entendiendo que como seres humanos, la lista de verbos cuando apenas se palpa es casi infinita.

Tengo esta idea de que soy muchas mujeres. Las que soy habitan en mi desde hace tantos años; la historia que conozco por mi lado materno empieza con mi bisabuela y su valor para dejar la crianza de su hija (mi abuela) a cargo de otras mujeres que forjaron el carácter de ella, el de mi madre, y como consecuencia, el mío. También tengo esta tonta idea de escribir un libro que narre a todas esas mujeres que por herencia soy, y las que he acogido en el camino como las compañeras de mis experiencias, de mis proyectos e incluso de mis guayabos.

¿Y quién leería mi historia?

Foto de una historia de hace muchos años en Falcón
Historias hay tantas en el mundo como para que cada una sea un hilo que teja un manto que cubra la Gran Sabana; seguramente sobraría hilo. Historias de parejas para siempre, de uniones fracasadas, de logros, de frustraciones, de madres solas y valientes, de hombres sin esperanzas, de líderes, de sociedades maltratadas, historias de infancias con papagallos y aprender a nadar, de grandes artistas exiliados en el olvido, de decisiones y muertes que cambiaron vidas (¿o acaso la vida no iba a ser asi de todos modos?). De todas las que existen, hay algunas que se cuentan entre generaciones hasta que desaparecen en las andanzas del tiempo, a veces se pintan, otras se danzan, se cantan, también se tratan de olvidar a tragos de vino tinto o whisky. Otros más atrevidos o talentosos las escriben, o las hacen películas.

“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla” dice el epígrafe de las memorias del Gabo. Y qué es nuestra vida para nosotros sino lo que de ella evocamos. No podemos recordar absolutamente todo, lo que rememoramos es lo que decidimos mantener para la posteridad, ya sea por satisfacción, trauma, impresión o descuido. Incluso, la versión de nuestra historia es seguramente distinta a la que otros tienen del mismo episodio. Discriminamos imágenes, rostros y aromas; omitimos frases, gestos, rechazos; rescatamos tactos, climas, sabores; mantenemos abrazos, visiones y puestas de sol. (ya había escrito algo asi)

Lo que más me conmueve son los que se atreven a contarla, a predicarle al mundo que por alguna razón es necesario que sea escuchada, y ya sea un motivo personal o social, esa historia tiene el espíritu aventurero de salir de su anonimato y ser reconocida. Lo dijo Eduardo Galeano, estamos hechos de historias (y yo creo que esto es así), entonces ciertamente (y me gusta creerlo) la vida se trata de los episodios que nos ocurren a diario, de las anécdotas que comienzan en un momento del día y duran 15 segundos o 20 años, de las experiencias que nos causan alegrías, impotencias y nos forjan la vida.

No se a quién le importaría mi historia, pero seguramente debe ser emocionante y aleccionador tomar el riesgo de volver al pasado, hurgar en las distintas aristas de nuestras propias vidas y echar el cuento. Quienes lo hacen con temor o con seguridad, quienes toman el riesgo porque sí, ayudan a tejer el manto del que estamos hechos en este mundo.  Y eso es admirable.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Una sra de 70 años en el metrobus que va hasta tu casa tiene una historia que contar. La de una mujer policía que suele ser subestimada por su profesión, o la de un panadero, la de un señor que sólo fue bachiller, la de un asesino, la de una bailarina comunicadora social... Cada una de esas historias, de cada una de las etapas de la vida de esas personas, servirán en algún momento a alguien en alguna etapa de su vida. A mi me hace bien escuchar historias, de cualquier genero. Me gustaría como tú contar parte de la mía y de los que forman parte de mi vida. Es decir, si llegara a escribir un libro habría algo de ti en él, y en ti hay algo de mí seguramente. Viste?

Myself dijo...

dejaste de escribir.

Myself dijo...

se te extraña.