No ha sido uno, ni dos, ni tres, los intentos por volver a empezar.
¿Cuántas veces hay que comenzar de nuevo para -esta vez sí- continuar lo andado, seguir caminando?
Ni una, ni dos, ni tres.
¿Serán cien, mil, un millón?
¿Cuántas veces vale caerse y levantarse?
Me pregunto si son sólo excusas o si son realmente razones celadas en el hecho de no querer seguir, o en no querer enfrentar algun cambio necesario, el que está ahí y no se ve, el que se debe tomar sin saber cómo -pss...como si alguien lo supiera realmente!
Excuso mi ausencia. Dispensen mis excusas.
Cambié de techo, de cama, de medio de transporte, de corte de cabello, de ambiente y de modo de ver la gente y las cosas. Desearía haber entendido el funcionamiento de la vida, pero ella cuando creíste comprenderla, también cambia.
C'est la vie!
Yo también quiero regresar a los 8 años y jugar, y jugar, y jugar... y bailar como si nadie viera.
paz.-
4 comentarios:
Berna
Me he quedado sin palabras. Es tan intenso, cierto, profundo... lo que dices, que no sé qué comentarte. Tal vez sea que tus palabras me tocaron más de cerca, porque justo así me he sentido yo:
"Desearía haber entendido el funcionamiento de la vida, pero ella cuando creíste comprenderla, también cambia"
Y lo peor es que una ya no tiene 17, por lo que le duele el doble y avergüenza más el saberse tan vulnerable como a esa edad.
Pero creo que tú tienes claro: habrá que caer y volver a levantarse las veces que sea necesario, la vida es caraja, pero c'est la vie... la única que hay.
Hace tiempo hallé este proverbio, pero sólo hasta recientemente me animé a subirlo a mi blog y justo anoche (por increíble que te parezca), mientras lo releía, me acordé mucho de ti.
«La vie est un ballet; on ne le danse qu'une fois» [Proverbio malinké]
Un abrazo
Te lo voy a decir más poéticamente, con una imagen que te va a causar más simpatía:
Cuando a Miguelangel el encargó el Papa pintar la Capilla Sixtina, le pidió que pintara a los apóstoles en cada una de las bóvedas de la mentada estancia. Al escultor, que renegaba de pintar como tú le rehuirías a una vida de oficinista, tras darse cuenta que no le servía de nada recomendarle a Rafael a su santidad, le dijo que ese proyecto podría ser mejor. A su Santidad todo le parecía que eran arranques de un artista hambreado y le dió la mitad del pago por la obra por adelantado.
A los días, se fue Miguelangel. Nadie sabía para dónde.
Casi un mes más tarde, molesto e inquieto, el Papa mandó a buscarlo con su Guardia personal. Lo encontraron en las Canteras de Marmol, en su Carrara natal. Lo llevaron ante el Papa.
Y allí, ante el Papa, extendió el boceto de lo que hoy conocemos como la Capilla Sixtina. El papa lo miraba, caminando de lado a lado y viendo todo el rollo de papel extendido a sus pies. "así lo ves tú, hijo mío?" Y el artista respondió que sí.
Ese no sería el primer intento del Buonarroti por imponer su voluntad y hacer que un Papa le respetara su idea para decorar la Capilla Sixtina.
La más conocida fue la de la impaciencia de Su Excelencia, rondando la base de los andamios del artista, en plena ejecución, preguntándole: "hasta cuando, Miguelangel? Cuándo estára lista mi capilla?". Y Buonarroti diciéndole "cuando esté lista, su Excelencia, cuando esté lista!"
Perseveró, insistió, se la bregó completa... y allí nos regaló a todos la Capilla Sixtina.
Siga dándole, acuérdese de ese pedazo de artista! ;)
marichuy:
Qué lindo que me recuerdes con ese proverbio. Cierto es cuando se baila, por más ensayos que hayas tenido y por más que hayas estudiado el papel, cada función, cada segundo en escenario es único e irrepetible, la danza es un arte que juega con el tiempo. Y ahora que lo leo, la vida definitivamente es tal cual, cada día lo vives sólo una vez, aunque algunas experiencias las quieras desechar tan pronto puedas y otras tenerlas para siempre contigo congeladas quizá en una cápsula (y quizá uno mismo adentro congelado en la misma en ese lapso de tiempo) Si eso fuese posible, no estuviera yo tratando de levantarme de nuevo.
Gracias por pasar, y disculpa mis extendidas ausencias.
Lulú:
Y cuántos ánimos me puedes dar tú con esa historia! Lo que pasa es que no me acerco pero ni de a poquito a Miguel Angel. Pero definitivamente sí me dejas pensando en esa perseverancia, en el ignorar y "dejar resbalar" lo que fastidia o estorba. La verdad es que no pretendo dejar una Capilla Sixtina o un equivalente en el mundo, pero definitivamente no pretendo ni un tantito quedarme de brazos cruzados, o de piernas cruzadas, y no seguir intentando.
abrazo!!
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