“Quiero hacer ballet, se me va a olvidar”.
Acto seguido, una extensa y ruidosa carcajada.
Mi maestra en la escuela de ballet, siempre decía: “Falta a la clase de ballet el primer día y lo notas tú, al segundo día lo nota el maestro, al tercer día lo nota el público”.
Sinceramente, ella tiene toda la razón, pero luego de terminar una temporada larguísima sin descanso, ansías las vacaciones con premura.
Entonces, dos semanas de vacaciones navideñas son gratificantes, pero cuando sigue la tercera el cuerpo empieza a –literalmente- doler. Y ni contar la cuarta.
Lo más increíble es que pueden suceder pausas, ya sea por vacaciones o lesiones, de un mes, o dos, o hasta cuatro como me pasó a mi, inclusive de años, y luego al intentar siquiera hacer un tendú, él ahí mismo esta deslizándose perfectamente desde la quinta hacia la extensión de los metatarsos; el plié correctamente alineado cadera-rodilla-dedos; y el arabesque aunque puede molestar un poco por la pérdida de fuerza, bien conoce su camino hacia los noventa grados, incluso más.
Allí, sin haber perdido ni la noción ni el nombre, están cada uno de los pasos, cada movimiento, cada posición.
Luego de pasar desde mis cuatro años de edad haciendo los mismos pasos, yo pensaba –luego de lo que escribió Karlamil- que debe ser imposible que se me olvide hacer ballet. Quizá sienta lo distinto que es mi cuerpo ahora comparado a cuando tenía 18 años, y que sienta un poco la pérdida de fuerza y elasticidad por el descanso, pero bastan unas dos semanas de clase, inteligencia y paciencia para recuperar pronto los tendús, los pliés, los arabesques que nunca se olvidaron y nunca se olvidarán, ni siquiera el rond de jambe en l’air que -oh, Dios- cómo duele cuando hay desentrenamiento.
En estos días, decidí mantenerme con yoga y descansar el cuerpo, la mente y el tobillo, que bien lo necesitan luego del leve esguince que fue y ya no es. Ni será.
De todos modos, ella, mi amiga y colega, también sabe que el ballet no se nos puede olvidar jamás.
Y si se me olvida, lo volvería a aprender, sin duda alguna.
4 comentarios:
Yo creo que es como el amor, por más que no lo quieras sentir alguna vez, ya lo conoces y no lo sabes olvidar. Ahora, hablando en serio... Me encanta como lo dices tu aqui, y estamos de acuerdo en mucho amiguita
Berna y Karla, luego de 13 meses sin hacer siquiera un tendu ( TRECE!) fuí a mi primera clase con las expectativas por el piso. No sólo los pasos no se olvidaron, pero por alguna razón lo que más me sorprendió fue enteder lo que marcaba el maestro... Yo iba con la idea que todo se me habia olvidado, no iba a entender nada y basicamente iba a ser como si me hablaran en japonés... En ese momento comprendí que lo que se tiene en el corazón no puede ser olvidado por la mente o el cuerpo... Solo hay que soportar el GRAN dolor del des-uso!
Besitos para ustedes.
Jennifer :)
"el GRAN dolor del des-uso!" jajaja.
Afortunadamente eso pasa y a continuación viene la GRAN satisfacción del uso! me alegro mucho que hayas empezado de nuevo Jenny. Creo que inevitablemente, así llegue el día en que decidamos definitivamente retirarnos del ballet, a él siempre vamos a volver, y lo entregaremos todo desde lejos, sin puntas pero con el corazón desbocado.
Gracias por leerme.
Un abrazo!
yo soy madre de bailarina y se me han saltado las lágrimas al leer esto.
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