El miércoles fui a la Ópera Garnier.
El espéctaculo: el Ballet de l'Opéra de Paris bailando coreografías de Lifar, Petit y Bejart.
Casi nada.
No puedo puedo, ni quiero explicarlo. Lo que sentí desde que entré a la Ópera creo que queda conmigo esta vez. Incluso la emoción que tenía desde que me bajé en la estación de metro y seguía las señales de la salida.
No hubo palabras, solo aire para respirar. No hubo expresiones, sólo emoción. No hubo alegría, sino encanto. Existe un aura en los teatros y especialmente en los grandes teatros que me penetra hasta la última célula. Inlcuso el teatro en el cual trabajo, me sublima cada día, me hace empezar el día de la mejor manera.
Y cada Teatro tiene su aura, su energía. Para mí son templos. Como el escenario.
Por ello, creo que no podría dar a entender lo que viví.
Y ver al ballet... ESE Ballet... Lo mejor es darme cuenta que yo también vivo de eso, yo también me desarrollo y crezco en un escenario, en un público.
Disfruto mi trabajo; de eso no cabe duda alguna.
paz.-
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