Este país es diferente.
Más frío. La gente como el clima. Y mientras más frío, peor.
Estando en Toulouse, sentada en una plaza, logrando descifrar el mapa de la ciudad me he encontrado a un viejito precioso con el cual me puse a conversar; aprovechando de practicar el francés, por supuesto. Él me dijo, que debía volver en verano porque la ciudad es más bonita, y también porque la gente en invierno está más triste, mas seria, con malhumor. Y no lo dudo.
Aquí me he dado cuenta cómo hace falta el sol! Y miren que viniendo de mi boca, es bastante decir.
Pero a estos alemanes les hace falta una década de sol perenne.
Los problemas del idioma, al contrario de lo que me ha dicho la gente, los he tenido aquí y no en Francia. Lo mismo que las malas caras y el mal humor. El viejito hermoso tiene razón.
Magdeburg fue una gran experiencia, y lo mejor, tuve el valor de ir. No sabia qué sucedería, ni por qué ni a qué iba, pero lo supe. Los resultados, cuando no son lo que uno espera decepcionan generalmente. Pero cuando te das cuenta que lo que esperas no es a lo que realmente ibas sino a vivir y aprender otra cosa, entonces entiendes y vives y valoras.
Me atreví, conocí, viví, valoré. Y entendí que ahora puedo ser más y mejor. Que así sea.
Ahora ando en Berlín. LLegué a un hostel inesperadamente diferente...y más barato!
Ya luego contaré.
paz.-
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