15 febrero, 2009

En train d'aller à ma maison

(14/02/09 - desde el cielo)
Debo estar a 10700 m de altura en un punto cualquiera en el medio del Océano Atlántico. Para llegar a mi destino quedan 4219 km y unas seis horas y media de camino. Parece eterno.

Conmigo vienen Belladona, el Gabo y todos los recuerdos que aun divagan en mi mente sin poder organizarlos, sin querer olvidarlos. Hoy, en el momento del despegue en París, sentí mi corazón latir más rápido, sentí mi pecho hincharse un poquito más, sentí mis ojos humedecerse. Quizá no por tristeza, pero si por orgullo, por seguridad, por empeño, por logro, por experiencia, por belleza, por la vida, por alegría y por nostalgia.
La alegría de sentirme capaz y viva, la confianza de lograr, las ganas de seguir viviendo y conociendo...la nostalgia que me asegura volver.

Mi gran amiga, antes de partir me dijo que no tenía dudas que disfrutaría París, pues se parece a mi. No se si sea cierto o no, pero la ciudad me dio en el poco tiempo que estuve lo que mejor me quiso ofrecer, lo que mejor me permití recibir.

Pero es hora de volver a casa y entender que la vida no está a tantos kilómetros de distancia sino allí mismo donde me despierto cada día con mi sagrado café y hasta la última vela que soplo antes de dormir.

Fui, encontrando sin saber. Volveré, buscando lo que sé.

paz.-

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