Sí, definitivamente era un día esperado.
El "hola berna" estaba incluso más lleno de alegría sabiendo que ese, con todas las esperanzas puestas, era el último de aquella tanda de sesiones. Eve fue como siempre excelente en su trato conmigo y con mi pie, pero me confesó que me extrañaría aunque le alegraba que lo próximo que ocurriría era verme bailar.
Me arriesgo a decir, que esa mañana tuve la sensación similar -guardando las enorme diferencias- de la última clase de ballet del año en pleno Cascanueces.
21 de diciembre. Respiré profundamente y empecé. Sabía que sería mi última clase del año y quién sabe por cuánto tiempo. Así que una parte de mi sentía la nostalgia de terminar la temporada, de dejar la barra por unos meses, mientras que en la otra me poseía la placidez de poder descansar de tanto trabajo y aquel dolor innecesario que ya había sido suficiente.
Terminé mi terapia número 25 y no cabía en mi la alegría y satisfacción de haberlas finalizado bien. Pero esperaba el decreto final de la fisiatra quien con tranquilidad y sin titubeos me dejó libre de otras sesiones de fisioterapia y con el permiso pleno de empezar a trabajar.
Pero con cuidado, el cuerpo te irá diciendo lo que debes hacer.
Así que en pocos días iniciaré mi nueva y ansiada relación con mi tobillo, con mi cuerpo, con la barra. He aprendido a escucharme, a tener paciencia, a no dejarme vencer. Llegó la hora de demostrar si es cierto todo eso que (digo) aprendí y recordar la sabroso de danzar. Poco a poco!
El proceso será como deba ser. Así me lo dije incluso antes de la cirugía, sin apuros para no tropezar, aunque las ganas de sentir las puntas en mis pies me tientan sin recato.
Pero como ya lo aprendí, no me dejo vencer.
Empieza esta bailarina a intentarlo otra vez!
paz.-